TURQUÍA DE GRANDES
EJEMPLOS Y MEJORES FUTUROS.
OMAR RODRIGO GARCÍA ARIAS.
El
pasado mes de junio de 2012 por primera
vez piso suelo turco, cuando digo primera vez es porque fijo mis claras
intenciones de regresar a un lugar que me atrajo por completo. Mi experiencia
pudo ser posible gracias al Centro de
Intercambio Cultural y Educativo México-Turquía (CIMET) que contactó a docentes
especialistas en asuntos de Medio Oriente.
Aprovecho para agradecer a los patrocinadores que
solventaron los gastos de esta misión paradiplomática de amistad, a las
familias, estudiantes y amigos turcos que nos recibieron con su nobleza,
gatronomía y hospitalidad, a las ONG´s y periodistas que nos dieron su tiempo y
compartieron sus experiencias. Pero sobretodo y con gran afecto quiero agradecer a Suleimán
Cocabiyik, quien preside el CIMET, te extiendo la mano con mi admiración y
solidaridad por la calidad de persona que eres.
Tal y como se autodefine el CIMET es una organización
sin afán de lucro con misiones muy
claras en México, desde 2003, que sin duda están promoviendo la cultura turca,
el desarrollo de las relaciones educativas, culturales, sociales y
empresariales entre estas naciones, de las que está surgiendo una amistad de
sus pueblos.
El grupo de académicos con los que viaje estaba
integrado por Lety Cavazos Directora del Departamento de Idiomas de la
Universidad Iberoamericana, su fuerza espiritual fue fundamental y cobijo para
mis achaques del cambio de horario y constante mareos por los muchos viajes en
avión y el ferri en ese país tan impresionantemente bello. El matrimonio
Ornelas (Carlos y Chavala) nos acompañó recordando sus experiencias previas en
Istambul, personas tan agradables, el Dr. Carlos Ornelas de la UAM siempre
aportando análisis e historias de Turquía, que por cierto tomaron las
fotografías oficiales del viaje con un ánimo contagiante. De Puebla iban dos
compañeros: Víctor Hugo Casto administrativo y académico de la UPAEP, inolvidable serán las compras y los momentos
buscando el equipaje en los aeropuertos turcos, y Román López Villicaña, director de la
carrera de Relaciones Internacionales en la UDLAP que está haciendo una investigación muy importante en Marruecos; sin duda Román es
uno de los internacionalistas más inteligentes y carismáticos que puede haber
en México, su sagacidad para darnos datos del Imperio Turco Otomano y discutir
sobre temas regionales del Medio Oriente siempre me dejaban con gran interés y
sonrisa.
Debo confesar que mi conocimiento sobre Turquía,
antes del viaje, era con menor profundidad que de los temas geopolíticos
estadounidenses y de economía energética en la región del Golfo Pérsico. Por lo
cual sólo consideraba que Turquía era una nación puerta de Oriente a Occidente
y viceversa, por eso suponía el gran interés en el ingreso en la Unión Europea,
más adelante profundizaré en esto. También había estudiado de su pasado
imperial, las grandes reformas que Mustafa Kemal Ataturk emprendió como gran
estadista y finalmente de la Turquía moderna y su geopolítica como líder
regional.
Obviamente, también uno llega leer equivocadamente
situaciones sobre Turquía creyendo que: es cotidiana la represión a estudiantes
universitarios, las fuertes luchas de los sindicatos, la intolerancia a los kurdos
y que la libertad de expresión era una consigna no ganada por el pueblo turco.
Sin duda, tuve que ir a Turquía y encontrarla diferente: con pujanza económica;
secular pero muy hermanada religiosamente; con asociaciones estudiantiles,
culturales, de prensa trabajando por mejorar los indicadores educativos y de
derechos humanos en general; con organizaciones gubernamentales transformando
la vida social y desarrollando actividades de prestigio contra la pobreza en el
mundo. Turquía me sorprendió totalmente en el corazón.
Como objetivos del viaje me planteaba: Primero,
hacer conexiones con el mundo educativo y cultural turco para comprender y
compararlo con lo existente en México, enfocado a el nivel de educación
superior y Relaciones Internacionales; Segundo, como internacionalista quería
hacerme de una perspectiva global y precisa de Turquía.
Al estar en Turquía mis ojos se llenaban de imágenes
que no podía comprender desde mi óptica como internacionalista, pero más allá
ni como mexicano (por supuesto que me explicaré más adelante) a lo que voy es
que la realidad de Turquía me exigió un paradigma nuevo si quería explicar lo
que ya estaba viviendo en cada ciudad que visitaba, me encontré con una
respuesta “el diálogo de las culturas” pensamiento que ya estaba transformando
la vida económica y política de Turquía desde casi dos décadas atrás.
La vibrante
economía turca me intrigaba y mientras trataba de llegar a conclusiones en la
provincia de Bursa, paradójicamente, el Premier turco
Recep Tayyip Erdoğan hablaba en México, para el foro G20, poniendo de ejemplo a
Turquía y aconsejaba con toda autoridad frente a una agenda plagada de
discursos sobre la crisis: "Turquía desarrolló un modelo de diálogo y
cooperación entre los sectores público y privado con el fin de incrementar la
fuerza competitiva. De esta manera, tenemos el medio de reflejar el
acercamiento dinámico y orientado a soluciones del sector privado… Las inversiones internacionales en Turquía se
incrementaron un 76% en comparación con el año pasado. Esta situación es
absolutamente la señal de la creencia de los inversionistas al ambiente de
estabilidad y confianza presentados por Turquía. Protegeremos meticulosamente
la integración entre las políticas de inversión, producción, empleo y de
exportación para que nuestra economía continúe su performance de crecimientos
en el próximo período”[1]
Muchas cifras tratan de describir la pujante economía turca
que cuenta con 74 millones de habitantes, con un ingreso per cápita en 2010 de
12,300 dólares y un Producto Interno
Bruto de 958.300 millones de dólares. “En el 2011 registró un crecimiento de
8,9% y se espera que en este alcance el 7%. Ya está dando pasos en esta
dirección: en el primer trimestre creció 11%, por encima de China, que hasta el
momento era la más dinámica… su sector
privado aumentó 179% sus exportaciones entre 2003 y 2008, tiene más de 21.000
empresas de capital foráneo, una inflación de 8,7%, una deuda pública de 48,1%
del PIB; pero, quizá lo más importante es su población joven, pues 61% tiene
menos de 35 años. Y, por si fuera poco, cuenta con 24,7 millones de jóvenes
profesionales.”[2]
Cuál es el cómo del ”misterio”, la clave de todo ese “milagro
turco”. Yo lo viví y vi una sociedad volcada a una filosofía de “crear y
expandir una civilización global de amor y tolerancia”. Este ideal pone a
Turquía en un camino de paz y requiere diálogos. Es una mentalidad transformadora
con una visión crítica, en la economía: a la megalomanía e individualismo capitalista
porque sugiere empresas de todos los ramos y para todos los mercados y que de
manera solidaria e inteligente todos tengan la posibilidad de emprender, en esa
misma mentalidad no entra una lucha de clases, ni el estatismo económico, es
decir el progreso económico no puede darse bajo el odio, cualquiera que sea
este.
La filosofía turca de “Amor y Tolerancia” primordialmente
surge como oposición al “Choque de Civilizaciones” para encumbrar el “Diálogo
Interreligioso” liderado por Fethullah Gulen. En una era de Globalización no se
puede cerrar en ninguna parte del mundo a visiones parciales e interesadas de
lo que son las religiones, las filosofías, las tradiciones que no sean las de “Occidente”.
El ingreso de Turquía a la Unión Europea también pasa por
este dialogo, interreligioso no se puede fundamentar que una unión económica se
base en el hecho que sus países miembros contengan poblaciones mayormente
católicas o protestantes. Si el carácter está basado en la preocupación de las
curules para eurodiputados, eso se puede acordar y resolver políticamente. Los
criterios de Copenhague para la ampliación europea son económicos y políticos;
y Turquía los cumple con mayor realidad que los indicadores que podría tener
España o Italia hoy por hoy. La inversión social en los derechos humanos, el
acenso de la economía turca y su liderazgo regional en los asuntos de seguridad
en parte del Medio Oriente seguramente apuntalan a un próximo ingreso a la
Unión Europea.
Pero, francamente yo me pregunté ¿y para qué, en un contexto
de decadencia de las economías euro, continuar con la intención de ingresar a
la Unión Europea? La respuesta la reflexionaba en mi estancia en Turquía, y es
que sin duda el costo de la membrecía europea no es la soberanía o sacrificar
parte del avance económico conseguido en sí, lo que los turcos están deseando
es su transformación política y social, y el espacio supranacional de la Unión
Europea les significa la anulación de espacios que le quedan aún los militares.
Es decir, continuando con la filosofía de Gulen, ganar más tolerancia y amor.
Las bellezas naturales y arquitectónicas de Turquía que
disfruté (en Bursa, Izmir, Efes, Capadoccia, Urdug, Konya, Kaysery e Istambul)
van muy a doc con una población de
gran corazón, mayoritariamente musulmana, sin duda entendí que la fé,
afectividad y bondad de este pueblo musulmán turco es contagiosa y va en busca
del éxito de una filosofía de amor y tolerancia que no puede traer más que
prosperidad en un camino de paz.
De nuevo y finalmente gracias CIMET por darme a conocer la
cultura turca, fortalecer las relaciones entre el pueblo mexicano y turco con
este viaje y las diversas actividades que nos organizaron, porque con eso se construye
un dialogo y puente a dos culturas que se pueden acompañar en el crecimiento
humano, pacífico y muy prospero.
Omar Rodrigo García Arias
Istambul, Turquía, 2012.
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