viernes, 28 de septiembre de 2012

TURQUÍA DE GRANDES EJEMPLOS Y MEJORES FUTUROS.


TURQUÍA DE GRANDES EJEMPLOS Y MEJORES FUTUROS.











OMAR RODRIGO GARCÍA ARIAS.
         El pasado mes de  junio de 2012 por primera vez piso suelo turco, cuando digo primera vez es porque fijo mis claras intenciones de regresar a un lugar que me atrajo por completo. Mi experiencia pudo ser posible gracias al  Centro de Intercambio Cultural y Educativo México-Turquía (CIMET) que contactó a docentes especialistas en asuntos de Medio Oriente.

Aprovecho para agradecer a los patrocinadores que solventaron los gastos de esta misión paradiplomática de amistad, a las familias, estudiantes y amigos turcos que nos recibieron con su nobleza, gatronomía y hospitalidad, a las ONG´s y periodistas que nos dieron su tiempo y compartieron sus experiencias. Pero sobretodo y con  gran afecto quiero agradecer a Suleimán Cocabiyik, quien preside el CIMET, te extiendo la mano con mi admiración y solidaridad por la calidad de persona que eres.
      

Tal y como se autodefine el CIMET es una organización sin afán de lucro con  misiones muy claras en México, desde 2003, que sin duda están promoviendo la cultura turca, el desarrollo de las relaciones educativas, culturales, sociales y empresariales entre estas naciones, de las que está surgiendo una amistad de sus pueblos.

El grupo de académicos con los que viaje estaba integrado por Lety Cavazos Directora del Departamento de Idiomas de la Universidad Iberoamericana, su fuerza espiritual fue fundamental y cobijo para mis achaques del cambio de horario y constante mareos por los muchos viajes en avión y el ferri en ese país tan impresionantemente bello. El matrimonio Ornelas (Carlos y Chavala) nos acompañó recordando sus experiencias previas en Istambul, personas tan agradables, el Dr. Carlos Ornelas de la UAM siempre aportando análisis e historias de Turquía, que por cierto tomaron las fotografías oficiales del viaje con un ánimo contagiante. De Puebla iban dos compañeros: Víctor Hugo Casto administrativo y académico de la UPAEP,  inolvidable serán las compras y los momentos buscando el equipaje en los aeropuertos turcos, y Román López Villicaña, director de la carrera de Relaciones Internacionales en la UDLAP que está haciendo una investigación muy importante en Marruecos; sin duda Román es uno de los internacionalistas más inteligentes y carismáticos que puede haber en México, su sagacidad para darnos datos del Imperio Turco Otomano y discutir sobre temas regionales del Medio Oriente siempre me dejaban con gran interés y sonrisa.
    

Debo confesar que mi conocimiento sobre Turquía, antes del viaje, era con menor profundidad que de los temas geopolíticos estadounidenses y de economía energética en la región del Golfo Pérsico. Por lo cual sólo consideraba que Turquía era una nación puerta de Oriente a Occidente y viceversa, por eso suponía el gran interés en el ingreso en la Unión Europea, más adelante profundizaré en esto. También había estudiado de su pasado imperial, las grandes reformas que Mustafa Kemal Ataturk emprendió como gran estadista y finalmente de la Turquía moderna y su geopolítica como líder regional.

Obviamente, también uno llega leer equivocadamente situaciones sobre Turquía creyendo que: es cotidiana la represión a estudiantes universitarios, las fuertes luchas de los sindicatos, la intolerancia a los kurdos y que la libertad de expresión era una consigna no ganada por el pueblo turco. Sin duda, tuve que ir a Turquía y encontrarla diferente: con pujanza económica; secular pero muy hermanada religiosamente; con asociaciones estudiantiles, culturales, de prensa trabajando por mejorar los indicadores educativos y de derechos humanos en general; con organizaciones gubernamentales transformando la vida social y desarrollando actividades de prestigio contra la pobreza en el mundo. Turquía me sorprendió totalmente en el corazón.

Como objetivos del viaje me planteaba: Primero, hacer conexiones con el mundo educativo y cultural turco para comprender y compararlo con lo existente en México, enfocado a el nivel de educación superior y Relaciones Internacionales; Segundo, como internacionalista quería hacerme de una perspectiva global y precisa de Turquía.

Al estar en Turquía mis ojos se llenaban de imágenes que no podía comprender desde mi óptica como internacionalista, pero más allá ni como mexicano (por supuesto que me explicaré más adelante) a lo que voy es que la realidad de Turquía me exigió un paradigma nuevo si quería explicar lo que ya estaba viviendo en cada ciudad que visitaba, me encontré con una respuesta “el diálogo de las culturas” pensamiento que ya estaba transformando la vida económica y política de Turquía desde casi dos décadas atrás. 

La vibrante economía turca me intrigaba y mientras trataba de llegar a conclusiones en la provincia de Bursa, paradójicamente, el Premier turco Recep Tayyip Erdoğan hablaba en México, para el foro G20, poniendo de ejemplo a Turquía y aconsejaba con toda autoridad frente a una agenda plagada de discursos sobre la crisis: "Turquía desarrolló un modelo de diálogo y cooperación entre los sectores público y privado con el fin de incrementar la fuerza competitiva. De esta manera, tenemos el medio de reflejar el acercamiento dinámico y orientado a soluciones del sector privado… Las inversiones internacionales en Turquía se incrementaron un 76% en comparación con el año pasado. Esta situación es absolutamente la señal de la creencia de los inversionistas al ambiente de estabilidad y confianza presentados por Turquía. Protegeremos meticulosamente la integración entre las políticas de inversión, producción, empleo y de exportación para que nuestra economía continúe su performance de crecimientos en el próximo período”[1]
                         
Muchas cifras tratan de describir la pujante economía turca que cuenta con 74 millones de habitantes, con un ingreso per cápita en 2010 de 12,300 dólares  y un Producto Interno Bruto de 958.300 millones de dólares. “En el 2011 registró un crecimiento de 8,9% y se espera que en este alcance el 7%. Ya está dando pasos en esta dirección: en el primer trimestre creció 11%, por encima de China, que hasta el momento era la más dinámica…  su sector privado aumentó 179% sus exportaciones entre 2003 y 2008, tiene más de 21.000 empresas de capital foráneo, una inflación de 8,7%, una deuda pública de 48,1% del PIB; pero, quizá lo más importante es su población joven, pues 61% tiene menos de 35 años. Y, por si fuera poco, cuenta con 24,7 millones de jóvenes profesionales.[2]

Cuál es el cómo del ”misterio”, la clave de todo ese “milagro turco”. Yo lo viví y vi una sociedad volcada a una filosofía de “crear y expandir una civilización global de amor y tolerancia”. Este ideal pone a Turquía en un camino de paz y requiere diálogos. Es una mentalidad transformadora con una visión crítica, en la economía: a la megalomanía e individualismo capitalista porque sugiere empresas de todos los ramos y para todos los mercados y que de manera solidaria e inteligente todos tengan la posibilidad de emprender, en esa misma mentalidad no entra una lucha de clases, ni el estatismo económico, es decir el progreso económico no puede darse bajo el odio, cualquiera que sea este.

La filosofía turca de “Amor y Tolerancia” primordialmente surge como oposición al “Choque de Civilizaciones” para encumbrar el “Diálogo Interreligioso” liderado por Fethullah Gulen. En una era de Globalización no se puede cerrar en ninguna parte del mundo a visiones parciales e interesadas de lo que son las religiones, las filosofías, las tradiciones que no sean las de “Occidente”.
                          

El ingreso de Turquía a la Unión Europea también pasa por este dialogo, interreligioso no se puede fundamentar que una unión económica se base en el hecho que sus países miembros contengan poblaciones mayormente católicas o protestantes. Si el carácter está basado en la preocupación de las curules para eurodiputados, eso se puede acordar y resolver políticamente. Los criterios de Copenhague para la ampliación europea son económicos y políticos; y Turquía los cumple con mayor realidad que los indicadores que podría tener España o Italia hoy por hoy. La inversión social en los derechos humanos, el acenso de la economía turca y su liderazgo regional en los asuntos de seguridad en parte del Medio Oriente seguramente apuntalan a un próximo ingreso a la Unión Europea.

Pero, francamente yo me pregunté ¿y para qué, en un contexto de decadencia de las economías euro, continuar con la intención de ingresar a la Unión Europea? La respuesta la reflexionaba en mi estancia en Turquía, y es que sin duda el costo de la membrecía europea no es la soberanía o sacrificar parte del avance económico conseguido en sí, lo que los turcos están deseando es su transformación política y social, y el espacio supranacional de la Unión Europea les significa la anulación de espacios que le quedan aún los militares. Es decir, continuando con la filosofía de Gulen, ganar más tolerancia y amor.  





Las bellezas naturales y arquitectónicas de Turquía que disfruté (en Bursa, Izmir, Efes, Capadoccia, Urdug, Konya, Kaysery e Istambul) van muy a doc con una población de gran corazón, mayoritariamente musulmana, sin duda entendí que la fé, afectividad y bondad de este pueblo musulmán turco es contagiosa y va en busca del éxito de una filosofía de amor y tolerancia que no puede traer más que prosperidad en un camino de paz.    

De nuevo y finalmente gracias CIMET por darme a conocer la cultura turca, fortalecer las relaciones entre el pueblo mexicano y turco con este viaje y las diversas actividades que nos organizaron, porque con eso se construye un dialogo y puente a dos culturas que se pueden acompañar en el crecimiento humano, pacífico y muy prospero.

Omar Rodrigo García Arias
Istambul, Turquía, 2012.